lunes, 12 de marzo de 2018

La plaza monumental capitalina, evalúa chavales


   Fotografías de Isabel Cabrera

El toro en México
Por Bardo de la Taurina

Lo innecesariamente innecesario, no siempre es necesario y sin duda desde el momento alegórico en que la empresa que opera la Plaza México pregonó el experimento novilleril de este año, saltaron  cosas que parecían  innecesarias como bautizar  una etapa de observación, de evaluación, de examen, (casting), de calas, de vista de aspirantes a novilleros con el calificativo de  ‘Vacadas’.
La puesta en escena de ésta etapa, dentro de lo importante que lo serán todas,  con  su solo  anuncio cayó como un balde de desánimo e indignación en la gente, todo por algo  mal bautizado, debo reconocer que incluso ésta pluma mal interpretó el concepto, lo cual desde luego lamento,  y decir en descarga de ello que la tirria que le profesan los escaños inferiores, a quien esto escribe, por el grave pecado de escribir las cosas como las veo o entiendo, sin que esto quiera decir de ninguna manera que me asita la razón siempre, dando por resultado; que se me excluye de la información que se les manda a los medios.

Y bueno, esto viene porque hay quien  pensó que en las mal definidas ‘Vacadas’ sabatinas, los chavales iban a partir plaza con música de banda, a torear vestidos de ‘focos’ y a recibir orejas desde el palco de la autoridad como testificación de su participación, en síntesis; que se trataba de festejos formales con vacas, nada más inexacto. De lo que se trató simplemente fue de una sesión pa’  ver las aptitudes de los chavales guiados por una voz  que electrónicamente orientaba y ponía a prueba a los jóvenes que ‘audicionaron taurinamente’ y ojalá esto aparte de servirle a la empresa y a los veedores, si es que los hubo de las otras plazas satélites que conforman  este maratónico serial, les sirva también a algunos jovencitos pa’ darse cuenta que no están llamados por ese camino.

En la enorme puerta colorada  de la entrada de la plaza,  me dijeron que me formará y que iríamos pasando al tanteo del ‘poli’ luego fui informado que adelante me pedirían datos, me quede tranquilo porque salvo la cartilla militar que a los de la década de los años cuarenta ya no se la piden, ni la carta de antecedentes no penales donde consta que no trafico elogios, ni oculto verdades dolorosas, todo lo demás lo llevaba, credencial de elector, CURP, INAPAM y por supuesto mi tarjeta del Palacio de Hierro*, (porque yo soy Totalmente Palacio, aunque usted no lo crea) por cierto amables lectores, les pido que  no le vayan a decir a quienes me censuran,  que en el almacén de su patrón el de la avenida Durango, donde estuvo el Toreo de la Condesa, para conmemorar la faena más memorable probablemente en toda la historia del toreo mexicano, la del  ‘Compadre’ Silverio Pérez con ‘Tanguito’,  el Bardo en su momento fue elegido para escribir una placa en bronce pa’ conmemorar tan inmenso acontecimiento, en el marco del centenario del maestro y soslayar que ni la familia Pérez Domínguez, ni la de Don Alberto Bailleres, me dictaron línea sobre que sí, y que no, escribir con libre libertad al ejercicio del periodismo.

 El sábado en la Plaza México, aquello comenzó de la mejor brillante y luminosa de las formas, cuando en el inmenso ruedo apareció el rejoneador charro, Joaquín Gallo, elegantemente ataviado sobre los lomos de briosos y adiestrados corceles tordillos a los que llevó zurcidos a milímetros de la bravura y cornamentas que embestían como una lanza de obsidiana, a la que clavo en el vértice de una sortija las flechas vestidas de papel de china pa’ ésta ocasión, luego en un acto de  verdadera espectacularidad toreo desde el caballo a la mexicana con un  sarape rojo pitaya de charro bravo, vaya forma de  llevar hasta la atracción el rejoneo, sin duda, Joaquín Gallo un acierto de la Plaza México.

Y de los chavales decir que con ésta fórmula el director, el matador Mario Zulaica evitara la triangulación y las casi siempre engañadoras recomendaciones, pues al ver él con sus propios ojos a los aspirantes, las programaciones por ende deberán de ser mucho más coherentes y también los descartes más tajantes y por ello puedo apostar que bien manejado éste maratón novilleril, podría otorgarle al director Zulaica, el afianzamiento direccional, como no lo lograrán con las corridas de toros que están tan manoseadas, tan llenas de intereses, tan  corruptas, tan viciadas, que difícilmente en esta década alguien las va a meter en cintura…si es que realmente alguien la quiere enderezar y si el sistema lo permite.

Y es que la Fiesta Brava siempre ha sido un reflejo de lo que acontece en el país, donde hace tiempo se prohibieron las funciones de circo y ahora un peje lagarto nos amenaza con soltar al tigre, y hasta destruirles su nuevo nido a los ‘pájaros de acero’. ¡Aguas!, la rebelión en la granja puede hacer que los capitales se embarquen en la barca de Noé  en busca de la fertilidad perdida.

Volvió a amanecer, llegó la tarde del domingo y ahora el escenario se abrió pa’ novilleros profesionales  que le salieron a los de Santo Tomás; André Lagravere ‘El Galo’, José María Pastor y José María Hermosillo, quienes en tercia mostraron  solvencia académica y un toreo seriamente fresco, el que ojalá no lo vayan interrumpir con una precipitación de grado y esto va por José María Pastor, quien con la estructura del maratón si afila la espada podría enracharse a lo lindo y llegar con contundencia al doctorado en el invierno capitalino y como nunca escucho las llamadas a misa, sí en cambio escuché con atención las que provocó el otro José María, Hermosillo quién franca y sorprendentemente en su quehacer trae una invitación pa’ comer aparte lo que lograra conforme vaya madurando bajo la fórmula de novillos a granel, porque la técnica, el arte  y la rotación de las neuronas las trae bien ajustadas.

Así las cosas por esta tierra, donde primero un charro reafirmó lo  gallo que es y luego un Hermosillo brindó, lo hermoso del bien torear.

*Almacén de mayor prestigio en México.


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