jueves, 1 de diciembre de 2016

SE IMPONE UN LLAMADO A LA MESURA


 Fermín Rivera todavía no triunfa ni medianamente en la Plaza México  y ya lo quieren llevar a confirmar a Madrid, supongo que con ese  entusiasmo desbordado se estará pensando en la corrida de la Beneficencia, con los de Victorino Martín, llevando como padrino a Enrique Ponce y de testigo  a Morante de la Puebla, eso es lo menos que merece en recompensa a su seriedad y técnica, deben de pensar sus ‘fans’, más la prudencia, la sensatez, la cordura, la mesura y algo de entendimiento de lo que es el toreo, me da la impresión que no concuerda con los legionarios de la orden de los ‘Riveristas de la Pureza’, más si hay que reconocer que este domingo su torero dio un pasito importante en la Plaza México, que le valdrá  pa’ que lo repitan el próximo año, esperando que pronto encuentre el sendero de los triunfos contundentes, los que llenan las alforjas de orejas  que es el único idioma que entienden los empresarios y es que el camino de la contundencia es el que les hace sonar la máquina registradora de las taquillas que son las que dan contratos, pues no olvidemos que este es un negocio llamado Fiesta Brava. Sobre lo mismo hasta donde yo recuerdo toreros como Alfredo Leal, Antonio del Olivar, Fermín Murillo, Santiago Martín ‘El Viti’, con esa estatura y esa seriedad,  han sido un ejemplo de que esa línea de  toreros en la que encaja Fermín, la lleva más canija ya que   requieren de un toro con volumen, cabeza y altura, pues  mientras lo que realicen no lo hagan frente a este tipo de bureles es como verles torear en blanco y negro y por otra parte pregunto, ¿ya le habrán dicho  al matador que ese ‘ya merito’ en el que está a la de ¡ya! tiene que romper, pues mientras no lo logre su nombre no sonara allá enfrente y aunque no sea taurino lo que voy a decir porque tiene que ver con los bólidos de Fórmula 1, pero a estas alturas su escudería ya le debe de estar aconsejando a Rivera que a sus faenas hay que meterles el Súper Cargador y forzar la aceleración, por otro lado dejar que escapen los gases de los halagos, algunos que han llegado a la locura al grado de expresar ‘Fermín es tan serio que torea como Armillita o como Manolete.’ ¡No mam…! sin palabras.


Aventé la nota anterior por delante por considerarla más importante que expandir como apertura el síndrome  ese de que ‘amor es ir a la plaza’ pues en esta columna no hacemos proselitismo, me queda claro que ir a los toros  es como las llamadas a misas, quien quiere va y quien no, que no vaya, la empresa en la capital está ofreciendo un menú, no una obligación, aclarada la postura pues a seguir como reza ese encabezado del maestro José Antonio del Moral ‘De Toros en libertad’ y es que eso es en esencia la fiesta, una danza de libertad donde los dioses predican con arte, los de primera línea atraen, los estándares  ahí están, las promesas son eso promesas y los comparsas pues acompañan, sigamos pues con la libertad, expresando  que quienes gustan de ver o escuchar las corridas a control remoto o quienes viven en el interior de la república de ninguna  manera son unos apátridas taurinos, nada de eso, pues si así fuese, quienes profesan la religión católica por no ir de rodillas cada doce de diciembre a la Basílica de Guadalupe ¿son apátridas?



Cerremos con algo que se antoja increíble y que tiene que ver con   una niña llamada Macarena Gamero Morones no sé porque edad anda pero imaginemos una media docena de añitos, el caso es que  debo dejar un testimonio, que en esta niña se halla una pequeña amazona de gigantescas proporciones, pues monta de tal manera haciendo  gala de audacia, valor, sentimiento y técnica inusual pa’ una criatura posee un dominio sobre el caballo al que conduce con una sorprendente seguridad, cadencia y cabeza que le permite lucir ante el carretón de prácticas de una manera que invita y obliga a escribir su nombre como un referente de quien monta a caballo mirando a la fiesta de los reyes, que es la del rejoneo, Macarena Gamero Morones ¡Ole!



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